Long time ago… seguramente en Olympia no existían tiendas de souvenirs. Seguramente, hace mucho tiempo, nadie imaginaba llevarse otra cosa que no fuera la experiencia olímpica.
Pero su tienda es diferente. Al entrar te das cuenta por la forma en que están los artículos dispuestos que hay un librero en él. Sólo al pagar se atreve a intercambiar algo más que tres palabras mientras alcanza dos libros bien guardados en la estantería superior con la ayuda de una escalera. Esperamos impacientes a que nos enseñe eso que tanto desea. Me doy cuenta que no es casualidad que Serrat acompañe con su voz y su música ese silencio, y que la sección de material en español esté en el lugar más recogido de su librería cuando nos enseña una poesía perfectamente conservada en la primera hoja de uno de los libros. La acompaña una foto. Es ella. Es de Barcelona y la poesía esta escrita en español. Me doy cuenta de que ella no es cualquiera porque una lagrima desliza por mi mejilla. “Long time ago…” pronuncia. No hacen falta más que esas tres palabras y su mirada infinita para darme cuenta que aquella mujer le hizo feliz, le hizo sentir como aquel que describe en su poesía.
Hace muchos años Olympia fue el origen del deporte. He viajado hasta aquí con la intención de reconciliarme con él. Me entristece lo que envuelve al deporte, la forma en que se consiguen algunos resultados, la manera en que se dan las oportunidades, el descaro con el que se enriquecen quienes no visten un chandal y sí trajes de chaqueta.
Hace poco me preguntaron qué era para mí el deporte. Lo primero que pensé es que no es eso que idealicé. Si tuviera que rescatar algo, enredando en la memoria, encuentro situaciones que he vivido dentro de él que no están alejadas de lo que vivo ahora. Que me sirvió de antesala a lo que me iba a encontrar en la vida.
Olympia no es lo que era si no es con la ayuda de un simulador que te indique que ese gran descampado era el estadio. Tampoco el deporte y el librero. Pero siempre podemos ir al fondo de nosotros y rescatar lo que de verdad sí fue, unos aupándose en una estantería para observar una foto y poesía bien conservada; otros como yo, pensando en lo que me movió a desvivirme durante 21 años por la gimnasia.
Esto es lo que queda del tercer estadio. Es el más antiguo construido antes del sigo VI a.c. que se puede visitar. Tiene una longitud de 212,54 metros y 28,50 metros de ancho. La distancia que se recorría era de 192,27 metros, que equivale a la longitud de un estadio Olímpico. Podían correr hasta 20 atletas y la salida se daba con un sistema de cuerda llamado Hysplex. Los espectadores se sentaban en el suelo al rededor de la pista con una capacidad de hasta 50.000 personas. Se conserva parte de la tribuna donde se sentaban los jueces o arbritos. En frente una tribuna más pequeña dedicada a la diosa Demeter Camine cuya saterdotisa era la única mujer que podía estar presente.
