Mientras avanzo hacia lo que quiero que sea mi profesión, no dejo de hacer un alto en el camino cada vez que mis 21 años de gimnasta revolotean recordándome que lo que hago ahora no está tan alejado de los maillots y las punteras. A veces, por un simple zapato incómodo que tengo que llevar con soltura y con el mismo disimulo que cuando tenía una periostitis y caía de los saltos como si nada, o algo tan usual como llegar a un rodaje empezado como si de una concentración de técnicos y gimnastas nuevas se tratara.
Hay algo que esos 21 años me hacen recordar cada día: un primer año, una primera anécdota, un primer error, una primera decepción, una primera satisfacción. Hoy la parada la hago sobre este banco que recoge lo más parecido a las rosas que reciben los artistas sobre un escenario. No se las veces que me caeré y me levantaré pero sin duda, este, es mi mejor colchón.
(Foto Alberto Lopez Palácios)